domingo, 31 de agosto de 2008

De qué depende la constancia

Me cuesta escribir, muchas veces, cada vez más, como que no tengo ese tiempo, esos minutos, esas ganas o ese momento necesario en que algo ronda por la cabeza y encuentra la salida de ese laberinto mentiroso y sin tanta vuelta. Lo que a veces me he puesto a pensar, es que tal vez falta ese motor que mueve las manos, los dedos sobre el teclado. La motivación puede mutar de mil maneras, en los momentos en que más he escrito no estuve bien, estaba metido en un pocito con un poco de agua. Entonces me di cuenta que cuando estoy contento o tranquilo, suelo no escribir, o no encontrar dentro de mí esa motivación. Y noté que si no escribo suelo estar contento. En este caso lo que me movió a apenas introducir algunas líneas, no es una tristeza, puesto que todavía rondan en mi sonrisa esos momentos de sábado y sábanas. Sin embargo es un motorcito a doble pilas triple A, es ver que en el costado izquierdo del blog el número de entradas no bajó de un mes a otro. Y tal vez así encuentre, de nuevo, esa constancia que en algún momento tuve, sin necesidad de buscar una tristeza que hace tiempo quedó bastante lejos.

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