martes, 26 de agosto de 2008

El Aguante por Charly

Si, podemos no quererlo, podemos cuestionar todos esos escándalos mediáticos, esa locura a flor de piel que nos parece fruto de todo lo que no quisiéramos tener, nos puede dar rabia incluso esa cara tajeada de arrugas mezclada con actitudes adolescentes inexplicables e intolerantes. Podemos temer la idea de encontrarlo en una calle, en una librería y saludarlo, porque tal vez nos quiere intentar cagar a trompadas. Nos puede parecer extraño, raro, extravagante y un mal ejemplo para los chicos. Podemos endiosarlo, podemos destacar esa manera única de tocar el piano, admirar esos dedos calavéricos que tomaron la postura de la práctica rusa en las teclas. Podemos tenerle pena, desearle lo mejor simplemente porque nos vemos venir los homenajes insoportables en ciertos programas que nunca lo quisieron, o esperar que se recupere porque se merece volver a ser lo que era, lo que supo ser o incluso lo que es. Pero nadie en todo este país, puede negar que sabe, canta, tararea, silba, acompaña, se emociona, ríe, o relaciona cualquier momento de su vida personal, social, deportiva o lo que sea, con una canción suya. Y ese sigue siendo motivo suficiente para, al final, dejarlo en paz, y disfrutarlo así, tal cual es.
CHarly

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