jueves, 25 de diciembre de 2008

Festejos

Llega un momento de la noche en que los fuegos artificiales explotan en los aires e iluminan una noche que de por sí ya tendría a las estrellas haciendo la labor. Se escuchan risas en las calles, pedidos de encendedores y vitores para quienes hacen las veces de iniciadores del fuego. De pronto cuelgo el teléfono, mi novia se encuentra lejos y se me hace difícil no pensar en lo bien que estaría con ella a mi lado. Algo me interna a escribir algunas líneas. Mi viejo se mantiene en el comedor, ya con las patillas blancas, el rostro con arrugas, cansado, las manos algo hinchadas por el trabajo. Sonrie apenas y tararea Flaca, de Calamaro. Recuerda a su hermana fallecida hace unos años. En cada arruga de mi viejo hay un rastro de sufrimiento. Mi vieja, en cambio, está en la terraza, disfrutando de ese mismo acto que cometemos cada festejo de navidad o año nuevo, mira embelesada la pirotecnia, aunque mantiene el mismo temor que le recuerdo cuando era un niño que soñaba y creía en Papá Noeles. Ella extraña horrores a su hijo mayor. Tengo en mi mente esos recuerdos. La casa ya lejos está de ser un lugar de reencuentro familiar, mis hermanos están con sus propias limitaciones y familias festejando y sé y mis viejos saben que en cualquier momento seguiré el mismo rumbo. Ellos, por separado, piensan lo mismo. Tal vez recuerdan con cierta nostalgia. De pronto miro por la puerta de mi pieza y veo que mi padre sube. Y de la terraza, mi madre baja. Tienen en las manos los regalos que les dí hace apenas minutos. Se encuentran, como si no se hubieran visto en años. Ella se apoya en su pecho en un gesto que recuerdo sólo de tiernas infancias. Llama mi hermano desde la casa de su suegra. Saluda. Manda mensaje mi hermano cura, con más de 3 palabras, lo cual denota mucho sentimiento de su parte. Estamos esparcidos por el mundo e incluso en la misma casa. Tal vez, entonces, era esto lo que siempre me decían respecto de la familia y demás. Me uno por unos instantes a un abrazo con mis progenitores, mis cuidadores, mis tutores/encargados, mis viejos. Y se resumen 6 vidas que tomaron por caminos muy distintos.

No hay comentarios: