Todos siempre estamos abiertos a los prejuicios. Los aceptamos como cuestiones naturales, impustos por la sociedad o un grupo respecto de otro. Hay miles que no conviene estar describiendo, porque seguramente sería para un post o trabajo más elaborado. Particularmente cuando me descubro en uno de esos prejuicios me asusto de mí mismo, pienso que estoy mal, intento darle la vuelta, y al fin y al cabo todo termina siendo un chiste, uno puede encubrir el prejuicio en el humor pero la verdadera hazaña es no sentir realmente ese rechazo hacia el otro. Son poquísimas las ocasiones en las que uno puede investigar y coincidir con ese prejuicio. En los medios eso parece más aceptable. Una radio es fascista, la otra oficilialista, un conductor es puto, otro es un salame.
Por cuestiones de laburo pude, durante casi 5 meses, comprobar durante una hora diaria, que Baby Etchecopar cumplía todos los prejuicios que tenía para con él. Pseudo machista, intolerante, agrandado, soberbio. Tras un par de semanas traté de encontrarle el lado humorístico, para no putear ante cada palabra, pero no pude, esto ya es mi opinión: es el único tipo en los medios que dice ser periodista y no lo es, que dice ser comediante y no lo es, que piensa haber hecho historia en la televisión por sólo darse el lujo de insultar a cuanta vieja chapa lo llama. Está claro que el éxito que puede tener su programa está solamente basado en que la radio hizo el mayor movimiento marketinero tras obtener de manera poco clara la concesión de AM 710. En cada una de sus frases se nota resentimiento, con todo los demás, como si no entendieran un genio que es inexistente. No sé cómo habrá sido su vida anterior al ser conocido, pero si tuvo algo de talento se fue con su cabellera. Se pone en la vereda frente a Pergolini como si eso fuera modo de darse una ideología, no lo es. No se sabe si está contra aquella imagen vendedora del rebelde de pelo largo o ante el empresario que hace lo mismo que el dueño de la radio para la cual trabaja. Habla mal de Romano por sus actuaciones como el Ché Guevara intentando ratificar que su propio producto de ficción, Contrafuego, fue un super éxito, el cual no solamente fue un fracaso, sino un producto malísimo al cual se puede adoptar nada más en el plano bizarro y absurdo de que algo tan malo haya salido al aire.
Tras todo esto, siempre me pregunto qué se puede esperar en un tipo que dice tener calle sólo por haber plantado árboles en el Pacheco's Golf o por haber conocido un lugar donde venden hamburguesas, antes de que sea asaltado y asistieran 10 personas más, en San Isidro.
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