viernes, 29 de febrero de 2008

Pequeña visita

Entonces me doy cuenta de que no hay. Busco, busco, encuentro pelusas, encuentro algunas que he intentado pero no hay, faltan, se van por un tiempo. Me queda esa esperanza de pensar que tal vez vuelvan en algún momento, de la mano del tiempo, de la mano de alguna brisa, de alguna canción, abrazada a la oscuridad, con un beso de ella. Siempre queda la idea de que volverán, de cualquier manera, pero nunca arrastrándose. Pero son esos lapsos de tiempo en que me permito ver otras cosas, descubrir y redescubrir, encontrar a mi alrededor montones de cosas tiradas, desorden y caras que me miran con rostros a veces sombríos. A veces no, a veces me susurran aceptaciones de la situación. Latas vacías, botellitas con recuerdos dulces, ceniceros llenos, controles en el piso. Los duendes debieron de darse cuenta de mi embotamiento e hicieron de las suyas en la pequeña pieza. Algo me golpea en los pies desdnudos y veo que llegó una, pequeñita, casi insignificante, apenas nacida, pero no la voy a esperar; no voy a volver a cometer el mismo error que muchas veces, y me siento y escribo. Entonces me doy cuenta...

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