domingo, 27 de mayo de 2007

Mute

Hay días en que sin importar lo que haya pasado anteriormente o el momento anímico en el que me haya dormido, me levanto de malhumor. O tal vez no llegue a tanto, me levanto sin ganas de hablar. Eso no significa que uno esté enemistado con el mundo o con la gente que lo rodea, simplemente no está la necesidad cotidiana de entablar diálogos. No hablados. En esa especie de nube medio rara en la que me puedo encontrar, la gente que está a mi lado o que me rodea de cierta manera puede llegar a tener la sensación de que estoy enojado con ellos. Pero no llega a eso, no es un odio o un enojo hacia el mundo alrededor, solamente son ganas de no hablar. Hace algunos años le dije a mi viejo a modo de comentario que un día iba a cumplir con esas ganas de no hablar con nadie, de hacer silencio un día entero, pero sin estar cerrado a lo que me digan o a lo que tenga que escuchar. No quiero pasar un día de ostracismo, simplemente privar por un día al mundo de lo que tenga para decir o de lo que puedan oír de esta persona. Tal vez es una manera medio extraña de querer demostrarme que el mundo no sería igual sin mis palabras.

Y sí, en el fondo soy muy Miguelito a veces.

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