jueves, 9 de septiembre de 2010

Disenso

La teoría de la población crispada que se puede leer en algunos medios conlleva varios trasfondos sociales.  Tanto en su concepción como en sus resultados.  De tal modo, pareciera haber una población crispada, cuando en realidad, hay una división ideológica que no es nueva, pero sí de resurgimiento reciente.  Esto, que es presentado como un problema, tambíen tiene más de aquello que no se dio durante la segunda década infame. Esto es, la enorme participación política de una sociedad que, en mis 28 años, sólo recuerdo que haya reclamado luego del ya algo olvidado corralito.

Lo peligroso es cuando se toman conceptos raídos de los cuales nos apropiamos tal como nos dan.  De esta forma, todo aquél que cree en una ideología, por ejemplo, macrista, pasa a ser un facho o un gorila.  Más allá de estar o no de acuerdo con ello, es la victimización más común. Pero también hay otra: aquellos que piensan o están en favor de proyectos lanzados por este gobierno, son pagos y autoritarios.

A tal punto llega esta cuestión, que un columnista de la Nación on line se preguntó si acaso, el ex presidente no fuera el líder de una secta. 

El guante que, muchas veces, la sociedad elige tomar, siempre puede explotar de cualquier forma.  De tal modo, uno puede encontrarse en el medio de una acalorada discusión de café (con un hermano, un padre, una novia) para notar que se cae inexorablemente en esa red en la que estamos metidos. 

Es la política, idiota. 

Ahora, como tema que parce importar a la sociedad, la inseguridad se trató en Diputados una vez que la oposición logró el quórum necesario, luego de haber superado el papelón de la semana anterior. 
El proyecto de ley que intenta brindar mayor seguridad para prevenir las llamadas salideras bancarias fue aprobada por unanimidad.  Así como se pretende que el Estado no vete la ley por el 82% móvil para jubilaciones mínimas, sería bueno que también, todos acompañen lo que impulsa el diputado Recalde para que algunas empresas compartan ganancias con sus empleados.

De esta forma también, podemos dar otra forma de disenso, uno enriquecedor, que nos saque un poco de encima ciertas etiquetas.  Y si a todo esto, viene Mc Cartney, nos vamos todos a River a cantar We Can Work it Out, con el espíritu de Ari Paluch, vivo en todos y cada uno. 


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