martes, 11 de septiembre de 2007

A 34 años

Hace 34 años mi vieja estaba embarazada de mi hermano Alejandro. Lavaba la ropa en una tabla cuando mi viejo llegó del trabajo y la encontró llorando. Más tarde fue mi viejo a ver a su madre, mi abuela, se vieron, se abrazaron y empezaron a llorar los dos. No demasiado lejos de allí, mi tío abuelo sintonizaba en una radio el último discurso de Salvador Allende en Radio Magallanes. La casa del presidente popular había sido atacada y se habían encontrado provisiones de esas que escaseaban en el país por el advenimiento del comunismo. Patrañas. Las mismas que inventaron en todo su gobierno para crear un clima de malestar que tomaron como propios esas mismas conciencias idiotas que hoy hacen de los reallity shows un éxito a nivel mundial. No les importaba que por primera vez en mucho tiempo, había gente que podía comer fideos todos los días, sino que ellos tenían que hacerlo más que de costumbre. Más allá de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre resulta una fecha para comemorar otro acto, que también tiene como involucrados a los EEUU, y de una manera no tan directa. Lo que pasa es que el escenario es Sudamérica, y en principio es algo que parece alejar la noticia de las grandes tapas del mundo. Pero el tiempo en este caso no ha sido tan injusto, ni ha llenado las mentes de polvo. El recuerdo de Salvador Allende sigue siendo el de un hombre honesto, con ética y que tuvo la fuerza para luchar contra todo un mundo que se debatía en la guerra fría. Hubo un ganador en esa guerra y hubo un perdedor, pero también hubo casos como el de Allende que merecen ser rescatados por haber renacido en estos últimos años. La dictadura de Pinochet fue una de las más extensas entre esa serie de golpes que formó el Plan Cóndor, elaborado por el gobierno de los EEUU de Richarr Nixon y la CIA. El nefasto plan fue organizado, entre otros, por Herny Kissinger, quien ya había sido condecorado con el Premio Nóbel de la Paz. Al parecer por el uso que le dio luego a la pólvora. Lo que se hizo con Chile sigue sin tener nombre, y forma parte de uno de los actos cobardes más grandes en la historia de la humanidad, que de esas cosas sabe bastante. Para llevar a cabo tal traición se eligió a Augusto Pinochet, un don nadie que vio la oportunidad de tener un pequeño nombrecito y que murió creyendo ser alguien importante cuando no fue más que una marioneta hedionda que no supo hacer más que vender el orgullo que comenzaban a tener las clases populares. Las acciones cobardes que se llevaron a cabo durante el gobierno democrático y popular son del mismo tenor de quienes los llevaron a cabo, cobardes. Paros indiscriminados e injustos, faltante de mercaderías cuando los negocios lucraban gracias el consejo financiero de algunos ‘punteros’ de la época. Las manifestaciones de quienes iban con banderas y pancartas y aquellos que se ufanaban de revolear nun cha kus como si pudieran darle miedo a alguien. Está claro que al día de hoy no lo consiguieron y no solo eso, siguen siendo los mismos cobardes y pobres tipos de entonces. Gente que creía poder quedar en la historia, lo hicieron, pero del lado más miserable de todos. Más allá de la historia, hoy por hoy, Chile parece ir cerrandose las puertas de a poco, o al menos entre las cosas que uno ve y se va enterando, nunca va a poder ser aquél gobierno popular y de izquierda que tanto amenazó a la política más poderosa del mundo, donde su caricaturesco presidente se refería a Allende como ‘that son of the bicth’ al que quería liquidar de cualquier manera. A mí me sigue pareciendo impresionante eso, la forma en que durante al menos tres años le metió el dedito en el culo y lo molestos que estaban con eso. Aunque devino en una de las masacres más grandes del siglo XX en toda América, creo que sigue siendo un motivo de orgullo para los países del sur, esos años en los que se comenzó a abrir una puertita, que cerraron violentamente y que siempre se empeñan en no querer abrir. Siempre me queda un sabor amargo con esta cosa, es como si aquellas lágrimas me siguieran corriendo por el cuerpo. Unos años después del golpe mi viejo vino a la Argentina, ya con la resignación en su alma y la desilusión de no querer volver a votar más a nadie en ningún lado. La lección se aprende, y además de la amargura, hay tal vez en mí un deseo de haber querido ser parte de eso, de esa revolución. Como también hay ganas de poder creer que si una vez se pudo, tal vez haya otra en la que, ahora, estemos un poco más atentos a lo que pueda pasar. Último discurso de Salvador Allende Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios. Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará. Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición

1 comentario:

belfegoth dijo...

y si le hacemos caso a este documental:

http://video.google.com/googleplayer.swf?docId=-5296803036286377485&hl=es

La fecha no es aleatoria...
Es tan grave el asunto como para querer taparlo con una desgracia mayor?

I want to believe decian por ahi