lunes, 25 de junio de 2007

Veintiuno

Hace exactamente 21 años yo tenía apenas 4 años. Habían pasado unos días de los grandes goles de Diego a los ingleses. De ese día recuerdo que estabamos con mi familia en casa de unos amigos, y que yo jugaba en el piso con unos muñequitos de He Man prestados. Recuerdo apenas los gritos de gol, no le daba demasiada importancia a lo que ocurria allá lejos en México. 10 días antes de esa fecha fallecía en Ginebra Jorge Luis Borges, quien ya había dejado de ver hacía un tiempito. Pronto a cumplir 5 años, no me hubiera imaginado que algún día leería algún cuento de él, o que tendría alguna complicación en mis propios jóvenes ojos.

El número 21 puede significar mil cosas. En la quiniela es la Mujer, por ejemplo, los famosos sueños que uno tiene y que luego salta de la cama para jugar a la cabeza y a los diez. En la vida es la adultez en cuanto a las responsabilidades, no hay imputabilidad, ya se puede viajar solo al exterior sin permiso de los padres. Paradójicamente cuando cumplí 21 años se había implementado hacía poco la ley que prohibe vender alcohol en los kioscos y tomar en la calle, regla que incumplimos en esa misma noche de cumpleaños.

A los 4 años la vida es algo que pasa sin darse cuenta, y el futuro es algo que va a llegar de la mano de papá y mamá. No me preocupaba cómo viajar en colectivo y no había aún maquinitas electrónicas para sacar boleto, sino que existía el boleto con la esperanza de que sea capicùa.

Uno de esos boletos, recuerdo en viaje con mi viejo, salió 12521. Tomé entonces el número 21 como "de la suerte", a tal punto que en la primaria gané una torta en una rifa con él, que lo confirmó como una de mis excentricidades.

Ahora, ya grande, con 25 encima, encuentro a una personita que llega a la mayoría de edad, que llega de mi mano, y que siempre está buscando colectivos que nos hagan pasar un rato juntos y que va marcando, casi sin querer, mi día a día, mis estados de ánimo, mis ganas de hacer y dejar de hacer. Y muchas veces, me hace sentir como un nene de 4 años que sólo quiere pasar la vida jugando con ella, aunque esté apenas dando los primeros llantos.


2 comentarios:

Elena dijo...

Hace 21 a�os yo ten�a 18. Por aquella �poca, creo que unos a�os antes, mis padres viv�an cerca de una pizzer�a en Barcelona, a la que iba Diego Armando Maradona a cenar los viernes con su gente. Recuerdo que cen�bamos alg�n viernes mi familia y la suya en el restaurante, sin nadie m�s. Alguna palabra cruz�bamos, aunque �l era tan famoso que no nos atrev�amos siquiera a decirle hola.
Diego se fue de Barcelona y al poco tiempo cerraron la pizzer�a.
Me da pena verlo ahora, prefiero recordar c�mo era en aquella �poca.

Paco dijo...

Se habrá llevado la pizzeria a Nápoles?